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La Coronación de María en la Historia de la Provincia de
Huelva: Evolución histórica hasta nuestros días.
La ornamentación de la Virgen María ha estado cargada de un profundo
simbolismo desde sus orígenes. Las primeras representaciones de María coronada
datan de la época bizantina, periodo a partir del cual esta iconografía se difundió
por todo Occidente, llegando también a la Península Ibérica. A través de estas
imágenes, se pone de manifiesto su condición de Reina del Cielo. Si nos centramos
en las imágenes procesionales, observamos que la corona ha estado presente desde
los orígenes mismos de las cofradías, como se evidencia en los distintos libros de
reglas de las hermandades que han llegado hasta nuestros días. En este sentido,
durante el siglo XVI, la tipología de corona más comúnmente empleada en las
imágenes dolorosas era la denominada “real”. Esta no fue sustituida por la corona
imperial hasta finales de ese mismo siglo, siendo el ejemplo más antiguo y
documentado el de la Virgen del Sagrario de Toledo[1].
Será en el siglo XIX cuando se consolide un modelo de corona que, con ciertas
variaciones, ha perdurado hasta nuestros días. Esta tipología se caracteriza por un
aro alto de sección troncocónica invertida, bandas anchas y una ráfaga compuesta
por rayos desiguales y biselados que se agrupan formando haces, rematados, a su
vez, por estrellas. Ya en el siglo XX, se observa una tendencia a reproducir modelos
precedentes, aunque introduciendo modificaciones estructurales. Entre los
cambios más significativos destaca el notable aumento tanto del aro como de la
ráfaga, así como la aplicación de diversas variantes formales: ultrasemicircular,
trapezoidal, trilobulada y polilobulada[2]. Una vez contextualizada la historia de
la corona, podemos abordar la evolución que han experimentado las coronaciones
canónicas en nuestra provincia. La coronación canónica es una ceremonia solemne
mediante la cual la Santa Sede otorga a una imagen mariana, a través de la
imposición de una corona, el reconocimiento de la realeza de la Virgen María[3].
Las imágenes que reciben esta distinción destacan por su trayectoria histórica y
por la profunda devoción que les profesan sus fieles. En la provincia, han sido
[1] Rodríguez Gómez, J. (Director). (1995). Sevilla Penitente (1a edición, Vol. 2). Editorial Gever, S.A. Página 218.
[2] Rodríguez Gómez, J. (Director). (1995). Sevilla Penitente (1a edición, Vol. 2). Editorial Gever, S.A.página 220.
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