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VERA CRUZ - Nº 2 CUARESMA 2016
EL TEMPLO DE SAN FRANCISCO
La sede canónica de nuestra cofradía posee una larga
y dilatada historia. En sus tiempos más remotos, el
templo de San Francisco perteneció a un antiguo
convento franciscano fundado en 1417 por la casa de
Béjar, aunque, como fecha oficial de la fundación,
aparece 1527. Los artífices de su fundación fueron
Leonor de Manrique y Castro y Francisco de Zúñiga
y Guzmán. En él se guardaba la Sagrada Reliquia del
Santo Sudario, que trajo su fundador, el Marqués de
Ayamonte, en el año 1578. En 1755, con el terremoto
de Lisboa y, posteriormente, con la desamortización
de Mendizábal, el convento sucumbió. Quedó en pie
la nave central de lo que había sido una hermosa iglesia, a la que se añadía dos más.
La iglesia tiene una maravillosa techumbre de madera de
lacería mudéjar policromada, típica de la Escuela Sevillana
del siglo XIV. El retablo del Altar Mayor, de autor
desconocido, data de finales del siglo XVI. A los lados del
presbiterio, existen pinturas que representan los escudos de
armas del Marquesado de Ayamonte y de la casa de Béjar.
Actualmente, se están desprendiendo, por ello, nos
encomendamos que, a través de estas líneas, las diferentes
instituciones competentes tengan aun más eco de las
necesidades de nuestra sede canónica. Respecto a la portada,
se presenta a modo de porche, de estilo renacentista (s. XVI). El retablo del presbiterio del
siglo XVII, consta de banco, cuatro cuerpos y cinco calles con pulseras y ático, la calle
central va ligeramente resaltada sobre las demás con el fin de acentuar su jerarquía y
presenta mayor labor decorativa, remata el conjunto una cornisa, enmarcada bajo corona
del marqués, que contiene el escudo de la orden franciscana. Actualmente, el antiguo
convento es una típica casa de vecinos, conocida popularmente como "el brasil".
Respecto a los retablos y pinturas del templo, destaca el retablo de la Capilla de Ntra. Sra.
de la Soledad. Tras la reorganización de la cofradía de la Vera+Cruz, Santo Entierro de
Xto y Ntra. Sra. de la Soledad en la segunda mitad del siglo XIX, la hermandad invierte en
adecentar el templo y en la realización de una nueva capilla. Estas iniciativas tendrán
como resultado un retablo sencillo, decorado con el escudo de la hermandad. Las pinturas
del retablo principal, estan ornamentadas con dieciséis óleos sobre lienzos que efigian a
los santos ligados directamente con la vida de Jesús o con la orden franciscana, así como
otros mártires y difusores del Evangelio, completados por pasajes marianos, entre los que
sobresalen los desposorios de la Virgen y el dogma de la Inmaculada Concepción. En este
último caso, existe unas razones muy explícitas, pues, la orden franciscana fue fiel
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