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VERA CRUZ - Nº 1 CUARESMA 2015
aquellos que quieren dirigir, así como el capitán de un barco tiene que tener mayor
preparación que el grumete.
Partiendo de estos ejemplos sencillos pero de gran vigor plástico entono mi posicionamiento
y tesis sobre el asunto de fondo: la formación ¿necesidad o puro formalismo?
Con una formación adecuada ¿es posible que el cofrade no ame a su prójimo? ¿Qué conozca
el camino que ha de seguir por la senda de la santidad a los que todos los laicos estamos
llamados? ¿Qué bostece y mire a otro lado, mientras en la esquina le requieren su ayuda?
La formación del cofrade no es un mero adorno, como los pendientes en las mujeres o las
corbatas en los hombres, sino una especie de segunda piel que nos prepara para una vida en
Cristo.
Por eso no es extraño que en las nuevas Normas Diocesanas para Hermandades y Cofradías
de la diócesis de Huelva, aprobadas en mayo del año pasado, la formación tenga un papel
relevante.
Ya en su preámbulo se arropa de eclesialidad, como uno de los criterios para interpretar los
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preceptos regulados en el cuerpo legal.
Si buceamos en la maraña de su articulado encontramos, como no podía ser menos, a la
formación como uno de los temas estrella a los que se orienta la regulación de los miembros
de las Hermandades y, en especial, los miembros de las Juntas de Gobierno:
a. Admisión de hermanos (art. 24.3). Es una novedad a medias por la novedosa redacción
de dicho artículo.
b. Exigencia de haber recibido la Comunión y la Confirmación (art. 31.1). Con una
coherencia aplastante si se quiere ejercer cualquier cargo en una Junta de Gobierno.
c. Obligatoriedad de los cursos de formación para aspirantes a una Junta de Gobierno
(31.5). Donde, en la práctica se dan muchas facilidades y, con la posibilidad, de
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convalidación de otros cursos en dicho sentido.
Difícilmente podemos honrar a Cristo, su Santa Madre y a los Santos, como asociaciones
públicas de fieles que tienen como fin principal el culto público, si desconocemos esta
palabra, su contenido y alcance.
Por ello, permítanme una licencia y aconsejar a todo aquel que se atreve llegar al final de
este artículo el recomendar un libro que considero que teníamos que tener todos de cabecera
para poder tener un mínimum en este camino a seguir: Liturgia para cofrades, de Jesús
Luengo Mena, el cual sentencia al final del prólogo que “los miembros de juntas de
gobierno y hermanos en general suelen tener un déficit de formación cristiana y más aún,
litúrgica, que a veces escandaliza”.
Por eso no es extraño que, como autocrítica, en las propias Hermandades llegaran, en
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