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Vera cruz - Nº 3 CUARESMA 2017
HEMEROTECA COFRADE
En boletínes anteriores publicados por la hermandad, hemos observado como
ejemplares de la prensa local de principios del siglo XX, impresos en los meses de
marzo y abril, daban cuenta de nuestras procesiones y cofradías. En pasados años les
informé como en 1912, el periódico conocido como La Estufa, del que era director
Manuel Pérez Feu, “Cardenio”, detallaba las procesiones celebradas en nuestra ciudad
durante el jueves y viernes santo. En 1921, el semanario conocido como La Veleta,
dirigido por Enrique Villegas Rubio, daba cuenta en un número extraordinario del
devenir de la semana santa de nuestra ciudad. Hasta 1928, el Ayuntamiento de
Ayamonte no editó un Programa Oficial.
Sin embargo, con el deseo de continuar
descubriendo nuevas publicaciones y ejemplares
que amplíen la información que poseemos sobre la
historia de nuestras hermandades, les escribiré
sobre la Revista Ilustrada de Semana Santa,
editada también por Enrique Villegas en marzo
de 1924.
Ya en sus primeras páginas describe a Ayamonte
como el industrioso y pintoresco pueblo que
derrochaba gusto y primor en la confección de sus
fiestas populares. La redacción se atreve a declarar
que después de la Semana Santa sevillana, no
existía otra tal vez en Andalucía más visitada que
la nuestra; e incluso “sin pecar de exagerados” que
la semana Santa de Ayamonte podía rivalizar en
orden, en gusto, en calidad y en esplendor con la de
Sevilla.
La publicación incorpora un artículo cuyo autor aparece bajo el seudónimo de
“Angelillos”, en el que se describe una hermosa estampa de la tarde del jueves santo en
la ciudad. Como señala el texto titulado “Visitando los sagrarios”, tomando la calle
Guadiana arriba y continuando por Galdames, se podían ver en 20, 40 e incluso en 100
casas los preparativos de los clásicos ventorrillos de los alfajores y de los huevos
pintados, las mesitas vestidas de blanco con sus tres o cuatro botellitas y sus
decorativos ramilletes de flores. Las iglesias estaban hechas “un ascua de oro con las
exposiciones de los pasos”. Las muchachas ayamontinas aparecían con sus negros
atavíos y sus negras mantillas. Se sucedían las saetas cantadas. Y entre el público, se
encontraban los cargadores del Señor y de la Virgen, los nazarenos de coronas de
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