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Vera cruz - Nº 4   CUARESMA 2018


                                                              LA MEMORIA DEL CORAZÓN

                   Todo me recuerda Semana Santa. Ya sea porque soy creyente y en determinadas etapas de
                   mi vida la he vivido con mucha intensidad, porque es la semana grande de mi pueblo o
                   porque tengo un vínculo estrecho con una iglesia y una hermandad en concreto.
                   Un color, un instante, una prenda, un olor me recuerdan esos momentos tan especiales, tan
                   importantes para mí, con personas a las que  he querido y quiero mucho. Esos recuerdos
                   que han ido asumiendo tanta importancia a lo largo de mi  vida.

                   Como dijo el poeta, la Patria del hombre es su infancia. Los recuerdos de mi infancia son
                   los de una casa en la Barranca, el hogar de mis abuelos y  mi tío; donde crecieron mi
                   madre y mis tías y donde yo me crié. Donde hice los primeros amigos y aprendí  a jugar.
                   Donde en la escalera de arriba hacían uniformes que me probaban a mí para que, después,
                   otras niñas los llevaran al cole.

                   Recuerdos de la tienda de Crispina, donde mi abuela me compraba el jamón del bocadillo
                   de la merienda para que   yo me encargara de esparcirlo a pellizcos detrás del baúl del
                   recibidor porque, en aquel entonces, no me gustaba el jamón. De esa misma tienda donde
                   también me compraba los chicles bazoka.

                   Recuerdos de mis tres tías. Con una de ellas,
                   cogida de la mano subía la calle Galdames
                   cuando  tenía  el  turno  de  cena  en  la  Casa
                   Cuna.  Otra  de  ellas  nos  acompañaba  a  mi
                   madre y a mí cuando íbamos a comprar ropa
                   y  zapatos  nuevos.  Y  se  reía  de  lo  lindo
                   cuando  me  veía  salir  de  la  tienda  con  los
                   zapatos ya puestos; una de tantas manías que
                   no he conseguido cambiar a lo largo de los
                   años.

                   Recuerdos  de  esa  casa  de  la  que  salía
                   corriendo a la calle cuando escuchaba llegar
                   la  Vespa  celeste  de  mi  tío  para  pasearme
                   barranca  arriba,  barraca  abajo,  cada  día
                   después del trabajo.

                   De mis amigas, las hermanas catalanas de la
                   casa  del  rincón  y  de  mi  otra  amiga,  unos
                   años mayor que yo, que vivía más abajo.
                   Recuerdo la Semana Santa como unos días
                   sin  colegio.  Aquellos  días  en  los  que  la




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