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Vera cruz - Nº 4 CUARESMA 2018
consagración, con su guarnición de plata”. Además le destina un numeroso ajuar
litúrgico compuesto por varios ternos,casullas, capas, dalmáticas, albas, frontales, etc.
Lo que más nos llama la atención, sin duda, es la siguiente orden: “mando al dicho
monasterio un retablo de dos tablas, que tengo en el dicho mi oratorio, con las armas
de Zúñiga, que la una tiene pintado el Nacimiento de Nuestra Señora y la otra la
imagen de Nuestra Señora con su Hijo precioso, para que cada una de estas tablas se
ponga en uno de los altares y oratorios del claustro del dicho monasterio, y de mis
bienes se le haga y ponga una moldura o guarnición pintada y dorada, que adorne la
anchura del oratorio, a la redonda de la imagen, al parecer de mis albaceas”.
Y prosigue el mandato piadoso diciendo: “y más le mando al dicho monasterio otra
imagen de la Quinta Angustia que tengo en el dicho mi oratorio, con otras imágenes
que tengo en dos tablas juntas, la una del Ecce Homo y la otra de Nuestra Señora de la
Soledad, y se pongan sobre la imagen de la Quinta Angustia, en el otro altar y oratorio
del dicho claustro, con su moldura y guarnición, como los de los otros altares, al
parecer de mis albaceas”.
Como vemos por todo lo anteriormente dicho, Doña Teresa tuvo su oratorio privado,
en su palacio, con las antedichas imágenes de su particular devoción, de las cuales
tanto la Quinta Angustia, como la Virgen de la Soledad también tuvieron su fiel y
puntual reflejo devocional en su villa de Ayamonte, cabecera del marquesado. Y ese
fervor y entusiasmo por el misterio de la Soledad de María se materializó el día nueve
de julio de 1550, con la fundación de la Cofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora
de la Soledad de Ayamonte (aquí es oportuno consignar que la Primitiva Cofradía de
Nazarenos de María Santísima en su Soledad, de Sevilla, está documentada en 1549, y
hoy es conocida como la Soledad de San Lorenzo); además la duquesa seguramente se
encargó de patrocinar la construcción de la capilla soleana, anexa al convento de San
Francisco, fundado por su madre Doña Leonor. Desgraciadamente no nos ha llegado la
documentación correspondiente, que debió poseer la hermandad, para corroborar esa
afirmación; pero sí tenemos dos testimonios que la pueden avalar en gran medida.
El primero aparece, de nuevo, en el memorial y dice así: “mando que, por cuanto al
tiempo que yo me partí de esta ciudad para la visita de mis marquesados de Ayamonte
y Gibraleón, dejé mandado que el banco de Pedro de Morga y Juan de Arregui pagase
todo lo que en ellos librase Juan Zerazo de Arteaga, mi contador; mis albaceas y
cualquier de ellos, faga y averigüen la cuenta con el dicho banco, y que todo lo que el
dicho Juan Zerazo hubiere librado en él por mi cuenta, y lo que de ello se debiere al
dicho banco se pague de mis bienes”. Este elocuente testimonio documental viene a
confirmar la estancia de la duquesa en su villa ayamontina, y los gastos y libramientos
que dicha visita ocasionó en su patrimonio económico, entre los que, de seguro,
estarían los ocasionados por la piadosa fundación soleana.
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