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La Sepultura de los Galdames en la Capilla
                                 del Cristo de la Vera Cruz



        En el pasado, enterrar a personas dentro de las iglesias y conventos era práctica común
     especialmente antes de su prohibición en 1787 y de la creación de cementerios públicos.

     Estos lugares eran un privilegio reservado a nobles, autoridades religiosas o  personas de
     gran relevancia social y un signo de honor y de cercanía a lo sagrado. Por esta razón, las élites
     ayamontinas  acordaron  una  gran  importancia  a  estos  sitios  relevantes  de  enterramientos
     sobre  todo  en  conventos  como  una    mayor  muestra  de    prestigio.  Por  ello,  la  iglesia
     conventual de San Francisco sufrió ampliaciones y ennoblecimientos de capillas laterales que
     unas  veces  se  abrían  a  lo  largo  de  las  naves  y  otras  como  construcciones  independientes
     adosadas al templo.
               Claros ejemplos fueron las siguientes capillas: la primera con el nombre del Cristo

            de la Vera Cruz y de Nuestra Señora de la Guía situada en el interior del templo y la
            segunda llamada de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, ubicada primitivamente
            en una antigua ermita[1] contigua a la iglesia que la duquesa de Béjar transformará
            por completo con una nueva capilla y dependencias. Nos inclinamos a pensar que ya
         HISTORIA  dichas cofradías en 1550 por el hecho de que Doña Teresa de Zúñiga dejara en su
            se  veneraba  y  se  rendía  culto  a  sendas  advocaciones  antes  de  la  fundación  de  las


            testamento para el sucesor de la Casa de Béjar un fragmento del “Lignum Crucis”[2]
            engarzado en oro y que fuera propietaria de una imagen mariana de la Soledad a la
            que tenía gran devoción.
               La prosperidad y bonanza económica que registró el marquesado durante los siglos

            XVI y la  primera  mitad del siglo  XVII  permitió a  muchos ayamontinos  comprar
     espacios  y  capillas  de  enterramientos    dignos  de  su  nombre  donde  habrían  de  encontrar
     sepultura los individuos de su linaje y de fundar capellanías para la salvación de sus almas y
     de las de sus antepasados.
        La capilla del Cristo de la Vera Cruz será la más antigua de todas y “se tiene noticia [...]
     que se encontraban además del altar del Titular, otros dos retablos: el de la Magdalena que
     lo compartía con una imagen de Jesús Resucitado, y el de Nuestra Señora de Guía”[3].

           Por  la  documentación  consultada,  fue  el  lugar  de  enterramiento  del  linaje  de  los
     Galdames, seguramente el principal y más antiguo aunque hubo otros en la parroquia del
     Salvador.

      [1] Menguiano González, Arcadio: “Boletín informativo Vera Cruz nº2” ,2016, pág.47.
      [2]  Martínez  Bueno,  Rafael:  “Boletín  informativo  Vera  Cruz  nº4”,  2018,  pág.44.  Literalmente  en  el
      documento “el pedazo que yo tengo del palo de la santa Cruz ”.
      [3] Arroyo Berrones, Enrique R: “ Boletín informativo Vera Cruz nº5”, 2019, pág.9.
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